Cristo acompañando

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domingo, 19 de abril de 2015

Reflexión de la película: Visión

Guiada por sus visiones celestiales y por un sentido común inusual, se nos presenta como una defensora de los derechos y valía de la mujer, y también de la primacía del amor sobre otros intereses mundanos.
La película hace hincapié en el aspecto feminista sobre el religioso, resaltando la fuerte personalidad de la protagonista frente a las presiones recibidas por los distintos poderes, y recreando artísticamente un mundo que salía de los temores milenaristas entregándose a la oración y a la penitencia.
Con un punto de frialdad y un exceso de solemnidad en algunos momentos —sobre todo por una música enfática— “Visión: La historia de Hildegard Von Bingen” se acerca a esta mujer culta y santa, y nos muestra su firmeza para llevar a cabo la misión divina de escribir sus visiones.

Un convencimiento que la llevó a enfrentarse a clérigos y costumbres de su época —con algunas reformas en la regla benedictina, como construir su propio convento y separarse de los monjes—, a entrevistarse con nobles y obispos, y llegar incluso hasta el mismo Papa o el emperador Barbar roja.

Biografía Hildegarda de Bingen

Santa Hildegarda de Bingen  fue una abadesa alemana que vivió durante la Edad Media, siglo XII. Desarrolló una intensa labor religiosa, científica, artística e incluso política, fundó dos monasterios y mantuvo correspondencia con reyes, emperadores y papas. Escribió varios libros, algunos de ellos enciclopédicos, incluido dos tratados sobre ciencia y medicina (“Physica” y “Causae et curae”). Durante toda su vida experimentó visiones que interpretó como una iluminación divina, y que relató y plasmó como alegóricos grabados en algunas de sus obras (“Scivias”, “Liber Divinorum operum simplicis hominis” y “Liber vitae meritorum”). Además, también tuvo episodios de éxtasis místico, atribuidos posteriormente a episodios migrañosos.
Fue además de científica, música, y filósofa, una espléndida escritora cuyas obras, sorprendentemente, nos hablan de temas tan actuales como el lugar del hombre en el cosmos, el medio ambiente y el papel de la mujer en la sociedad: toda una sabiduría medieval que la sociedad contemporánea empieza a descubrir.
Nacida en Alemania en el año 1098, Hildegarda de Bingen será un personaje desconocido hasta la edad de 40 años, cuando por fin su nombre empiece a sonar más allá del convento en el que permanecía recogida, a orillas del Rin. En esa época, en efecto, pone por escrito las sorprendentes visiones que venía experimentando desde su niñez y, muy pronto, el libro resultante desata pasiones y controversias en toda Europa: recibe la aprobación del Sumo Pontífice y los obispos; el eco de sus sermones resuena, entre otras, en las catedrales de Colonia y Maguncia; y todo el mundo acude a ella para consultarle cualquier tipo de asuntos, desde la gente más humilde hasta el emperador Federico Barbarroja.
Pero, por encima de todo, Hildegarda no deja de escribir. Sus tres grandes libros de visiones, entre ellos el célebre Scivias, describen un universo infinito, en plena expansión, que se asemeja mucho al de los astrofísicos de nuestros días. Y sus dos tratados de medicina «sutil» —los únicos escritos en el occidente cristiano en el siglo XII— se consideran todavía hoy un hito en la materia...
Poco a poco, así, el extraordinario destino de Hildegarda de Bingen llega a poner en entredicho el asfixiante racionalismo de nuestros días y a encarnar a la perfección un saber diferente, intuitivo, místico y visionario: un verdadero bálsamo para nuestra locura cotidiana.