Santa Hildegarda
de Bingen fue una abadesa alemana que
vivió durante la Edad Media, siglo XII. Desarrolló una intensa labor religiosa,
científica, artística e incluso política, fundó dos monasterios y mantuvo
correspondencia con reyes, emperadores y papas. Escribió varios libros, algunos
de ellos enciclopédicos, incluido dos tratados sobre ciencia y medicina
(“Physica” y “Causae et curae”). Durante toda su vida experimentó visiones que
interpretó como una iluminación divina, y que relató y plasmó como alegóricos
grabados en algunas de sus obras (“Scivias”, “Liber Divinorum operum simplicis
hominis” y “Liber vitae meritorum”). Además, también tuvo episodios de éxtasis
místico, atribuidos posteriormente a episodios migrañosos.
Fue además de
científica, música, y filósofa, una espléndida escritora cuyas obras,
sorprendentemente, nos hablan de temas tan actuales como el lugar del hombre en
el cosmos, el medio ambiente y el papel de la mujer en la sociedad: toda una
sabiduría medieval que la sociedad contemporánea empieza a descubrir.
Nacida en
Alemania en el año 1098, Hildegarda de Bingen será un personaje desconocido
hasta la edad de 40 años, cuando por fin su nombre empiece a sonar más allá del
convento en el que permanecía recogida, a orillas del Rin. En esa época, en
efecto, pone por escrito las sorprendentes visiones que venía experimentando
desde su niñez y, muy pronto, el libro resultante desata pasiones y
controversias en toda Europa: recibe la aprobación del Sumo Pontífice y los
obispos; el eco de sus sermones resuena, entre otras, en las catedrales de
Colonia y Maguncia; y todo el mundo acude a ella para consultarle cualquier
tipo de asuntos, desde la gente más humilde hasta el emperador Federico
Barbarroja.
Pero, por encima
de todo, Hildegarda no deja de escribir. Sus tres grandes libros de visiones,
entre ellos el célebre Scivias, describen un universo infinito, en plena
expansión, que se asemeja mucho al de los astrofísicos de nuestros días. Y sus
dos tratados de medicina «sutil» —los únicos escritos en el occidente cristiano
en el siglo XII— se consideran todavía hoy un hito en la materia...
Poco a poco,
así, el extraordinario destino de Hildegarda de Bingen llega a poner en
entredicho el asfixiante racionalismo de nuestros días y a encarnar a la
perfección un saber diferente, intuitivo, místico y visionario: un verdadero
bálsamo para nuestra locura cotidiana.
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