Cristo acompañando

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lunes, 1 de junio de 2015

San Francisco de Asís

(Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, actual Italia, 1182 - id., 1226) Religioso y místico italiano, fundador de la orden franciscana. Casi sin proponérselo lideró San Francisco un movimiento de renovación cristiana que, centrado en el amor a Dios, la pobreza y la alegre fraternidad, tuvo un inmenso eco entre las clases populares e hizo de él una veneradísima personalidad en la Edad Media. La sencillez y humildad del pobrecito de Asís, sin embargo, acabó trascendiendo su época para erigirse en un modelo atemporal, y su figura es valorada, más allá incluso de las propias creencias, como una de las más altas manifestaciones de la espiritualidad cristiana.

Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. Había ayudado desde jovencito a su padre en el comercio de paños y puso de manifiesto sus dotes sustanciales de inteligencia y su afición a la elegancia y a la caballería. En 1202 fue encarcelado a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, en la soledad del cautiverio y luego durante la convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez vuelto a su tierra, sintió hondamente la insatisfacción respecto al tipo de vida que llevaba y se inició su maduración espiritual. 


Del lujo a la pobreza 

Poco después, en la primavera de 1206, tuvo San Francisco su primera visión. En el pequeño templo de San Damián, medio abandonado y destruido, oyó ante una imagen románica de Cristo una voz que le hablaba en el silencio de su muda y amorosa contemplación: "Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina". El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos cuantos rollos de paño del almacén y fue a venderlos a Feligno; luego entregó el dinero así obtenido al sacerdote de San Damián para la restauración del templo. 

Esta acción desató la ira de su padre; si antes había censurado en su hijo cierta tendencia al lujo y a la pompa, Pietro di Bernardone vio ahora en aquel donativo una ciega prodigalidad en perjuicio del patrimonio que tantos sudores le costaba. Por ello llevó a su hijo ante el obispo de Asís a fin de que renunciara formalmente a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias vestiduras y restituirlas a su progenitor, renunciando con ello, por amor a Dios, a cualquier bien terrenal. 

A los veinticinco años, sin más bienes que su pobreza, abandonó su ciudad natal y se dirigió a Gubbio, donde trabajó abnegadamente en un hospital de leprosos; luego regresó a Asís y se dedicó a restaurar con sus propios brazos, pidiendo materiales y ayuda a los transeúntes, las iglesias de San Damián, San Pietro In Merullo y Santa María de los Ángeles en la Porciúncula. Pese a esta actividad, aquellos años fueron de soledad y oración; sólo aparecía ante el mundo para mendigar con los pobres y compartir su mesa. 

La llamada a la predicación 

El 24 de febrero de 1209, en la pequeña iglesia de la Porciúncula y mientras escuchaba la lectura del Evangelio, Francisco escuchó una llamada que le indicaba que saliera al mundo a hacer el bien: el eremita se convirtió en apóstol y, descalzo y sin más atavío que una túnica ceñida con una cuerda, pronto atrajo a su alrededor a toda una corona de almas activas y devotas. Las primeras (abril de 1209) fueron Bernardo de Quintavalle y Pedro Cattani, a los que se sumó, tocado su corazón por la gracia, el sacerdote Silvestre; poco después llegó Egidio. 

San Francisco de Asís predicaba la pobreza como un valor y proponía un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. Hay que recordar que, en aquella época, otros grupos que propugnaban una vuelta al cristianismo primitivo habían sido declarados heréticos, razón por la que Francisco quiso contar con la autorización pontificia. Hacia 1210, tras recibir a Francisco y a un grupo de once compañeros suyos, el papa Inocencio III aprobó oralmente su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. 

Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, llamada actualmente franciscana o de los franciscanos. Además, con la colaboración de Santa Clara, fundó la rama femenina de la orden, las Damas Pobres, más conocidas como las clarisas. Años después, en 1221, se crearía la orden tercera con el fin de acoger a quienes no podían abandonar sus obligaciones familiares. Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia y España; ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden, llamada entonces de los Hermanos Menores. 

Por esos años trató San Francisco de llevar la evangelización más allá de las tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, posiblemente tras un encuentro con Santo Domingo de Guzmán, predicó en Siria y Egipto; aunque no logró su conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los Santos Lugares. 

Últimos años 

A su regreso, a petición del papa Honorio III, compiló por escrito la regla franciscana, de la que redactó dos versiones (una en 1221 y otra más esquemática en 1223, aprobada ese mismo año por el papa) y entregó la dirección de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (el futuro papa Gregorio IX) y el hermano Elías, y San Francisco pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa. 

Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo); según testimonio del mismo santo, ello ocurrió en septiembre de 1224, tras un largo periodo de ayuno y oración, en un peñasco junto a los ríos Tíber y Arno. Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores. 

Sus sufrimientos no afectaron su profundo amor a Dios y a la Creación: precisamente entonces, hacia 1225, compuso el maravilloso poema Cántico de las criaturas o Cántico del hermano sol, que influyó en buena parte de la poesía mística española posterior. San Francisco de Asís falleció el 3 de octubre de 1226. En 1228, apenas dos años después, fue canonizado por el papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo. La festividad de San Francisco de Asís se celebra el 4 de octubre. 

Obras de San Francisco de Asís 

Privadas de datos cronológicos, las obras de San Francisco de Asís documentan, no la vida del santo, sino el espíritu y el ideal franciscanos. Gran parte de estos escritos se ha perdido, entre ellos muchas epístolas y la primera de las tres reglas de la orden franciscana (compuesta en 1209 o 1210), que recibió la aprobación oral de Inocencio III. 

Sí que se conserva la llamada Regla I (en realidad segunda), compuesta en 1221 con la colaboración, por lo que hace referencia a los textos bíblicos, de Fray Cesario de Spira. Esta regla (llamada no sellada porque no fue aprobada con el sello papal) consta de veintitrés capítulos, de los cuales el último es una plegaria de acción de gracias y de súplica al Señor, y reúne las normas, amonestaciones y exhortaciones que San Francisco dirigía a sus cofrades, las más veces en ocasión de los capítulos de la orden. 

La Regla II, en realidad tercera (y llamada sellada, puesto que recibió la aprobación pontificia el 29 de noviembre de 1223), consta de sólo doce capítulos y no es más que una repetición más concisa y ordenada de la precedente, respecto a la cual no presenta (como algunos investigadores han querido afirmar) novedades sustanciales. Es la que continúa en vigor en la orden franciscana. En el Testamento, escrito en vísperas de su muerte e impuesto como parte integrante de la regla, San Francisco lega a sus compañeros de orden, como el mayor tesoro espiritual, amadonna Pobreza. 

En la primera edición completa de las obras de San Francisco de Asís (la de Wadding), fueron diecisiete las epístolas reputadas auténticas, pero su número se vio muy disminuido en las ediciones críticas posteriores. La exhortación a la penitencia y a la virtud, la importancia de la pobreza y del amor a Dios y los preceptos de la orden son algunos de los temas recurrentes de su epistolario. Se conservan asimismo unas pocas poesías religiosas en latín. 

Otras obras destacadas son las Admonitiones, que contienen indicaciones de San Francisco para la recta interpretación de la regla, y De religiosa habitatione in eremo, dirigida a los frailes deseosos de llevar una vida eremítica. Las Admonitionesmuestran sus ideas morales en advertencias prácticas dadas a sus hermanos, fruto de un continuo análisis de la propia vida interior. Fundada en el Evangelio y las Epístolas de San Pablo, esta moral se halla centrada por completo en el primer precepto, el del amor a Dios por sí mismo y como único bien, del que todos los demás proceden y que se sitúa por encima de todas las cosas: quien ama al Señor de esta forma lo posee ya interiormente en la medida en que comprende que, sin Él, la razón de nuestra vida se hundiría en las tinieblas y la nada. 

El Cántico de las criaturas 

A estas obras, todas ellas de alta significación espiritual, debe sumarse una que reviste además una gran importancia literaria: el Cántico de las criaturas (llamado también Laudes creaturarum o Cántico del hermano Sol), redactado probablemente un año antes de su muerte. Según refiere la leyenda, la escritura de este poema fue un don y el remedio para su avanzada ceguera. Se trata de una plegaria a Dios, escrita en dialecto umbrío y compuesta de 33 versos que no tienen un metro regular. La rima repite el mismo modelo estilístico de la prosa latina medieval y de la poesía bíblica, sobre todo el del Cantar de los cantares. 

La plegaria, cuyo ritmo lento recuerda los rezos matutinos, es de una extraordinaria belleza. Comienza elogiando la grandeza de Dios y continúa con la belleza y la bondad del sol y los astros, a los que alaba como hermanos; para la humildad del hombre reclama el perdón y la dignidad de la muerte. La maestría poética con que quedó expresado en esta composición el ideal franciscano tuvo importantes consecuencias literarias y religiosas. No hay que olvidar que su movimiento espiritual estaba formado en su mayor parte por gente del pueblo que utilizaba la lengua vulgar; los cantos de esta multitud de seguidores que recorrían campos y villas se llamaron laudes, y luego fueron recogidos en los laudarios o libros de rezos de las cofradías de devotos. La influencia del poema de San Francisco y de su literatura derivada se haría visible en la poesía ascética y mística del Renacimiento. 


Gilbert Keith Chesterton

Gilbert Keith Chesterton (Londres, 29 de mayo de 1874 - Beaconsfield, 14 de juniode 1936), más conocido como G. K. Chesterton, fue un escritor y periodista británico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.
Se han referido a él como el «príncipe de las paradojas». Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua, cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective, y que aparece en más de cincuenta historias reunidas en cinco volúmenes, publicados entre 1911 y 1935.
Escribe el libro San Francisco de Asís en el inicio del siglo pasado. 

Más información:  http://www.chesterton.org/


lunes, 25 de mayo de 2015

La beatificación de Monseñor Romero.

El sábado 23 de mayo de 2015 en San Salvador se dio la esperada beatificación del Monseñor Óscar Arnulfo Romero, martirizado en 1980 mientras presidía la Eucaristía en un hospital de San Salvador-El Salvador- AC.
A continuación diferentes enlaces que nos hablan de este magno evento

#RómeroMártirPorAmor 

Página Oficial de la Beatificación. beatificacionromero.org

Así lo relató "El Tiempo"

Así lo relató aciprensa.com

martes, 12 de mayo de 2015

Jean Guénolé Louis Marie

Jean Guénolé Louis Marie(Neuilly-sur-Seine, 14 de mayo de 1905 - 20 de mayo de 1974) fue un jesuita y cardenal francés. Uno de los teólogos más importantes del Concilio Vaticano II, además de renovar el interés por la Patrística.Finalizados los estudios clásicos, ingresó en 1929 en la Compañía de Jesús. Profesor de Literatura en Poitiers, se ordenó sacerdote el 20 de agosto de 1938. Con vocación de escritor, a partir de 1941 forma parte en París del grupo de redactores de la revista Études; prepara al mismo tiempo su tesis, que defiende en 1943 en el Instituto Católico de París con la calificación máxima; este mismo año se licencia también en Letras en La Sorbona.
Tres directrices bien definidas caracterizan la actividad de Daniélou: profesor universitario, escritor y pastoralista. El profesorado lo ejerció en la Facultad de Teología del Instituto Católico de París desde 1943, año en que, por acuerdo unánime del claustro, sucede a Julio Lebreton en la cátedra de Orígenes Cristianos. Había dado ya pruebas de su valía, primero, con su tesis doctoral: Platonisme et théologie mystique, Essai sur la doctrine spirituelle de saint Grégoire de Nysse (París 1944); y sobre todo porque había iniciado en 1942, junto con Henry de Lubac, la prestigiosa colección Sources Chrétiennes. Fue varios años Decano de la Facultad de Teología. Asistió como experto al Concilio Vaticano II. El 20 de abril de 1969 Pablo VI le nombró Cardenal.

domingo, 26 de abril de 2015

Reflexión Película Lutero

La historia del Martin Lutero, en donde nos da a conocer como Martin Lutero hizo para dar inicio a un movimiento protestante contra la iglesia Romana.
Lutero mediante el estudio dedicado a la Biblia comenzó a interpretar la palabra de Dios desde su punto de vista  y a darse cuenta de la corrupción que existía dentro la misma iglesia católica, con lo que explico la realidad guiándose de la palabra de Dios por consiguiente escribió varias tesis con lo relacionado a esto por lo que fue llamado a un juicio ante el Papa  y aun así Martin Lutero no se retracto ante lo que hizo en consecuencia Lutero fue acusado de hereje y excomulgado en ocasiones acusado a muerte y sufrir torturas. Sin embargo Lutero fue ayudado a escapar y se dedico a traducir la Biblia del Latín a alemán para que todos conocieran la palabra de Dios.

Martín Lutero

Hijo de Hans y Margarette Luder, Martín nació el 10 de noviembre de 1483, y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 la familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.
En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo.
Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17 candidatos. Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.
El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas. Su vida se complicó cuando se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.
Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera académica.
En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508.
El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.
Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia judía.


domingo, 19 de abril de 2015

Reflexión de la película: Visión

Guiada por sus visiones celestiales y por un sentido común inusual, se nos presenta como una defensora de los derechos y valía de la mujer, y también de la primacía del amor sobre otros intereses mundanos.
La película hace hincapié en el aspecto feminista sobre el religioso, resaltando la fuerte personalidad de la protagonista frente a las presiones recibidas por los distintos poderes, y recreando artísticamente un mundo que salía de los temores milenaristas entregándose a la oración y a la penitencia.
Con un punto de frialdad y un exceso de solemnidad en algunos momentos —sobre todo por una música enfática— “Visión: La historia de Hildegard Von Bingen” se acerca a esta mujer culta y santa, y nos muestra su firmeza para llevar a cabo la misión divina de escribir sus visiones.

Un convencimiento que la llevó a enfrentarse a clérigos y costumbres de su época —con algunas reformas en la regla benedictina, como construir su propio convento y separarse de los monjes—, a entrevistarse con nobles y obispos, y llegar incluso hasta el mismo Papa o el emperador Barbar roja.

Biografía Hildegarda de Bingen

Santa Hildegarda de Bingen  fue una abadesa alemana que vivió durante la Edad Media, siglo XII. Desarrolló una intensa labor religiosa, científica, artística e incluso política, fundó dos monasterios y mantuvo correspondencia con reyes, emperadores y papas. Escribió varios libros, algunos de ellos enciclopédicos, incluido dos tratados sobre ciencia y medicina (“Physica” y “Causae et curae”). Durante toda su vida experimentó visiones que interpretó como una iluminación divina, y que relató y plasmó como alegóricos grabados en algunas de sus obras (“Scivias”, “Liber Divinorum operum simplicis hominis” y “Liber vitae meritorum”). Además, también tuvo episodios de éxtasis místico, atribuidos posteriormente a episodios migrañosos.
Fue además de científica, música, y filósofa, una espléndida escritora cuyas obras, sorprendentemente, nos hablan de temas tan actuales como el lugar del hombre en el cosmos, el medio ambiente y el papel de la mujer en la sociedad: toda una sabiduría medieval que la sociedad contemporánea empieza a descubrir.
Nacida en Alemania en el año 1098, Hildegarda de Bingen será un personaje desconocido hasta la edad de 40 años, cuando por fin su nombre empiece a sonar más allá del convento en el que permanecía recogida, a orillas del Rin. En esa época, en efecto, pone por escrito las sorprendentes visiones que venía experimentando desde su niñez y, muy pronto, el libro resultante desata pasiones y controversias en toda Europa: recibe la aprobación del Sumo Pontífice y los obispos; el eco de sus sermones resuena, entre otras, en las catedrales de Colonia y Maguncia; y todo el mundo acude a ella para consultarle cualquier tipo de asuntos, desde la gente más humilde hasta el emperador Federico Barbarroja.
Pero, por encima de todo, Hildegarda no deja de escribir. Sus tres grandes libros de visiones, entre ellos el célebre Scivias, describen un universo infinito, en plena expansión, que se asemeja mucho al de los astrofísicos de nuestros días. Y sus dos tratados de medicina «sutil» —los únicos escritos en el occidente cristiano en el siglo XII— se consideran todavía hoy un hito en la materia...
Poco a poco, así, el extraordinario destino de Hildegarda de Bingen llega a poner en entredicho el asfixiante racionalismo de nuestros días y a encarnar a la perfección un saber diferente, intuitivo, místico y visionario: un verdadero bálsamo para nuestra locura cotidiana.

lunes, 6 de abril de 2015

Biografía de Monseñor Óscar Arnulfo Romero



(Óscar Arnulfo Romero y Galdames; Ciudad Barrios, 1917 - San Salvador, 1980) Arzobispo salvadoreño. Formado en Roma, inició su carrera eclesiástica como párroco de gran actividad pastoral, aunque opuesto a las nuevas disposiciones del Concilio Vaticano II. En 1970 fue nombrado obispo auxiliar de El Salvador, y en 1974 obispo de Santiago de María.


En esta sede comenzó a aproximarse a la difícil situación política de su país, donde desde hacía décadas gobernaba el Ejército. Se implicó de lleno en la cuestión una vez nombrado arzobispo de El Salvador en 1977. Sus reiteradas denuncias de la violencia militar y revolucionaria, que llegaba hasta el asesinato de sacerdotes, le dieron un importante prestigio internacional. Ello no impidió que, al día siguiente de pronunciar una homilía en que pedía a los soldados no matar, fuese asesinado a tiros en el altar de su catedral.



Óscar Arnulfo Romero


Era hijo de Santos Romero y Guadalupe Galdámez, ambos mestizos; su padre fue de profesión telegrafista. Estudió primero con claretianos, y luego ingresó muy joven en el Seminario Menor de San Miguel, capital del departamento homónimo. De allí pasó en 1937 al Colegio Pío Latino Americano de Roma, donde se formó con jesuitas. En Roma, aunque no llegó a licenciarse en Teología, se ordenó sacerdote (1942).


El año siguiente, una vez vuelto a El Salvador, fue nombrado párroco del pequeño lugar de Anamorós (departamento de La Unión), y luego párroco de la iglesia de Santo Domingo y encargado de la iglesia de San Francisco (diócesis de San Miguel). Trabajador y tradicionalista, solía dedicarse a atender a pobres y niños huérfanos. En 1967 fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), estableciendo su despacho en el Seminario de San José de la Montaña que, dirigido por jesuitas, era sede de la CEDES. Tres años después el papa Pablo VI lo ordenó obispo auxiliar de El Salvador.


Crítico por entonces de las nuevas vías abiertas por el Concilio Vaticano II (1962-1965), Monseñor Romero no tuvo buenas relaciones con el arzobispo Chávez y González, ni tampoco con un segundo obispo auxiliar, Arturo Rivera y Damas. Movido por aquella postura, cambió la línea del semanario Orientación (que desde entonces disminuyó notablemente su difusión). También atacó, sin demasiado efecto, al Externado de San José y a la Universidad Centroamericana (UCA), instituciones educativas dirigidas por jesuitas y, finalmente, a los propios jesuitas, contribuyendo a apartarlos en 1972 de la formación de seminaristas (sustituidos por sacerdotes diocesanos y nombrado él mismo Rector, el Seminario debió cerrar medio año después).


A pesar de esta serie de fracasos, gozaba del apoyo del Nuncio Apostólico de Roma, y fue nombrado obispo de Santiago de María en 1974. De gran dedicación pastoral, promovió asociaciones y movimientos espirituales, predicaba todos los domingos en la catedral, y visitaba a los campesinos más pobres. Bien visto por ello entre los sacerdotes de su diócesis, se le reprochó cierta falta de organización y de individualismo. En 1975, el asesinato de varios campesinos (que regresaban de un acto religioso) por la Guardia Nacional le hizo atender por primera vez a la grave situación política del país.


Así, cuando el 8 de febrero de 1977 fue designado arzobispo de El Salvador, las sucesivas expulsiones y muertes de sacerdotes y laicos (especialmente la del sacerdote Rutilio Grande) lo convencieron de la inicuidad del gobierno militar del coronel Arturo Armando Molina. Monseñor Romero pidió al Presidente una investigación, excomulgó a los culpables, celebró una misa única el 20 de marzo (asistieron cien mil personas) y decidió no acudir a ninguna reunión con el Gobierno hasta que no se aclarase el asesinato (así lo hizo en la toma de posesión del presidente Carlos Humberto Romero del 2 de julio). Asimismo, promovió la creación de un "Comité Permanente para velar por la situación de los derechos humanos".


El Nuncio le llamó al orden, pero él marchó en abril a Roma para informar al Papa, que se mostró favorable. En El Salvador, el presidente endureció la represión contra la Iglesia (acusaciones a los jesuitas, nuevas expulsiones y asesinatos, atentados y amenazas de cierre a medios de comunicación eclesiásticos). En sus homilías dominicales en la catedral y en sus frecuentes visitas a distintas poblaciones, Monseñor Romero condenó repetidamente los violentos atropellos a la Iglesia y a la sociedad salvadoreña.


En junio de 1978 volvió a Roma y, como la vez anterior, fue reconvenido por algunos cardenales y apoyado por Pablo VI. Continuó, pues, con idéntica actitud de denuncia, ganándose la animadversión del gobierno salvadoreño y la admiración internacional. La Universidad de Georgetown (EE.UU.) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) le concedieron el doctorado honoris causa (1978 y 1980 respectivamente), algunos miembros del Parlamento británico le propusieron para el Premio Nobel de la Paz de 1979, y recibió en 1980 el "Premio Paz", de manos de la luterana Acción Ecuménica de Suecia.


Aunque no hay certezas al respecto, se ha afirmado que el 8 de octubre de 1979 recibió la visita de los coroneles Adolfo Arnoldo Majano Ramos y Jaime Abdul Gutiérrez, quienes le comunicaron (también al embajador de Estados Unidos) su intención de dar un golpe de estado sin derramamiento de sangre; llevado a efecto el 15 de octubre, Monseñor Romero dio públicamente su apoyo al mismo, dado que prometía acabar con la injusticia anterior. En enero de 1980 hizo otra visita más a Roma (la última había sido en mayo de 1979), ahora recibido por Juan Pablo II, que le escuchó largamente y le animó a continuar con su labor pacificadora.


Insatisfecho por la actuación de la nueva Junta de Gobierno, intensificó los llamamientos a todas las fuerzas políticas, económicas y sociales del país, la Junta y el ejército, los propietarios, las organizaciones populares, sus sacerdotes e incluso a los grupos terroristas para colaborar en la reconstrucción de El Salvador y organizar un sistema verdaderamente democrático. El 17 de febrero de 1980 escribió una larga carta al presidente estadounidense Jimmy Carter, pidiéndole que cancelase toda ayuda militar, pues fortalecía un poder opresor.





Finalmente, el 23 de marzo, Domingo de Ramos, Monseñor Romero pronunció en la catedral una valiente homilía dirigida al Ejército y la Policía. Al día siguiente, hacia las seis y media de la tarde, durante la celebración de una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, fue asesinado en el mismo altar por un francotirador. Se atribuyó el crimen a grupos de ultraderecha, afirmándose que la orden de disparar habría sido dada por el antiguo Mayor Roberto D'Aubuisson (uno de los fundadores, posteriormente, del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA); sin embargo, no se detuvo a nadie y todavía en la actualidad permanecen sin identificación y castigo los culpables.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero


LAS CRUZADAS

LAS CRUZADAS

El siglo XI fue el apogeo de la fe cristiana, donde la ilusión de una Europa unificada bajo la autoridad papal, parecía ser una realidad palpable. 

Esta época gloriosa se empañó cuando los turcos seléucidas abrazaron el islam y se opusieron a toda fe distinta de la suya. Con el objetivo de eliminar a sus adversarios religiosos, atacaron el imperio de Oriente y se apoderaron del Asia menor. 

Los peregrinajes a Tierra Santa fueron prohibidos y el odio se hizo evidente entre estos fanáticos musulmanes y los caballeros, que también habían jurado defender la fe católica aún a riesgo de sus vidas. 

Con el objetivo de erradicar a los infieles musulmanes de Tierra Santa, enarbolando una bandera que mostraba como símbolo una cruz roja, se inició la Guerra Santa, por orden del Papa Urbano II. 

Los cruzados obtenían privilegios terrenales por participar en estas campañas y sobre todo los motivaba hallar la salvación espiritual al luchar por los ideales cristianos. 

Hubo en total ocho cruzadas, entre los siglos XI y XIV. 

La Primera Cruzada, desarrollada entre 1096 y 1099, estaba integrada por una parte por la llamada Cruzada de los pobres, que reunió desorganizadamente a mucha gente humilde, dirigidas por Pedro el Ermitaño. Este grupo fue literalmente masacrado. 

Mejor suerte corrió la llamada Cruzada de los Príncipes, más organizados, con fuerzas provenientes de Francia, Países Bajos y Sicilia, que pudieron tomar Jerusalén en 1909 y obtener cuantiosas ganancias con las que crearon cinco estados feudales (entre ellos, el reino de Jerusalén, el principado de Antioquia, el condado de Odessa y el de Trípoli) y numerosos castillos. Sin embargo, no midieron el costo de la represalia que no tardó en llegar. Los turcos se apoderaron de uno de los cinco estados, el de Odessa. 

La Segunda Cruzada fue organizada por San Bernardo, y en ella tomaron injerencia activa los reyes cristianos, sobre todo el de Francia, Luis VII y el emperador germano Conrado III, pero no obtuvo los logros esperados. 

Los turcos reconquistaron Jerusalén en el año 1171, gracias a la acción unificadora de los reinos musulmanes, realizada por Saladino, sultán de Siria y Egipto, hombre de gran carácter y humanidad que ocupó además toda la Siria musulmana y una parte de los países situados más allá del Éufrates medio. 

Todo se precipitó por la acción de Reinaldo de Châtillon, que se dedicó a violar las treguas y a la piratería, e incluso atacó la caravana que integraba la hermana de Saladino, quien fue asesinada, provocando la ira del sultán, quien juró venganza. Esta se concretó luego de la derrota cristiana en la batalla de Cuernos de Hattin ocurrida el 4 de julio de 1187, oportunidad en la que Saladino ejecutó al asesino de su hermana. 

El fracaso de la Tercera Cruzada puede atribuirse a la enemistad entre Francia e Inglaterra y entre el imperio de Oriente y los cristianos de Occidente. Fue convocada por el papa Gregorio VIII, con la participación de numerosos monarcas, entre los que se destacó Ricardo Corazón de León, que logró apoderarse de Acre el 13 de julio de 1191, y se puso al frente de la Cruzada, firmando una tregua con Saladino, iniciándose un período de paz, a pesar de la muerte del sultán ocurrida pocos meses después. 

La Cuarta Cruzada fue contra Egipto, por ruta marítima y no incluyó monarcas, estando organizada por el Papa Inocencio III en el año 1199. Sin embargo una confabulación entre quienes dirigían la Cruzada dirigió el objetivo hacia Constantinopla. 

Llegados a Bizancio instalaron en el mando a Alejo IV, quien fue depuesto recayendo el mando en Alejo V; pero los Cruzados lograron imponerse y exterminaron a los cristianos ortodoxos, determinando la extinción del Imperio Bizantino, que quedó sumamente debilitado, oportunidad que luego aprovecharían los turcos en 1453, para asestar el golpe definitivo. Fue una cruzada de cristianos contra cristianos. 

Las siguientes cruzadas recibieron el nombre de bálticas, por estar dirigidas contra los paganos de la cuenca del báltico y fueron realizadas entre los siglos XII y XVI, por Dinamarca, Alemania y Suecia. 

La Quinta Cruzada fue obra de Inocencio III y se llevó a cabo en el año 1218, con la intención de conquistar Egipto, pero fracasó. 

La Sexta Cruzada se realizó sin permiso papal, en el año 1228 y fue realizada por Felipe II. Logró reconquistar Belén, Nazareth y Jerusalén, convirtiéndose en su rey por decisión personal, aunque Jerusalén fue nuevamente ocupada en el año 1224. 

La toma de Jerusalén motivó la Séptima Cruzada, organizada por el rey Luis IX de Francia, pero fue un fracaso rotundo, culminando con su líder prisionero. 

Sin embargo, no desalentado aún, Luis IX, una vez en libertad, organizó la Octava Cruzada en el año 1269, con peor suerte aún que la anterior, ya que falleció en Túnez víctima de la peste junto a una gran parte de su ejército en el año 1270.

El Por qué de las cruzadas









jueves, 26 de marzo de 2015

La evangelización a lo largo de la Historia


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La evangelización en la historia Hacia 1900 la religión seguía excluida de la vida “mundana” del hombre

Gracias al trabajo de los primeros apóstoles hemos podido conocer a Jesucristo, el Evangelio y el camino para la verdadera felicidad.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles puedes encontrar la historia de esa primera evangelización; las grandes aventuras que vivieron esos primeros apóstoles por anunciar la Buena Nueva a los hombres. Estas aventuras son sensacionales: algunas veces divertidas, otras verdaderamente peligrosas, todas con grandes emociones y obstáculos que tuvieron que afrontar para predicar a Cristo.
Esto mismo se ha repetido en cada época de la historia de la Iglesia. Nuevos evangelizadores han ido por el mundo dando a conocer la verdad a todos los hombres. El contenido de la evangelización no ha variado, la verdad sigue y seguirá siendo siempre la misma; sin embargo, la forma de evangelizar es la que ha variado de acuerdo con cada época de la historia porque ha tenido que adecuarse a las costumbres, a los conocimientos, avances, problemática especial y características de cada época.

En la Edad Media, por ejemplo, el hombre contaba con muy pocos conocimientos científicos. Todo lo que no entendía lo achacaba a la acción divina, a la magia, a la brujería o la acción del demonio. Mezclaba fácilmente razón y sentimientos, fe y ciencia, política y religión. La gente culta saciaba su sed de conocimiento en los autores griegos y en la Sagrada Escritura.

A partir del siglo XV se empiezan a independizar la política, la economía, las ciencias, el arte y la educación. También el hombre empieza a separar dentro de sí la fe de la ciencia, el cuerpo del alma y la razón de la sensibilidad. El hombre deja de ver a Dios en los sucesos cotidianos que ahora tienen una “razón científica” de ser. Cada vez hay menos sitio en la vida del hombre para el actuar de Dios. Con los nuevos descubrimientos, da la impresión de que Dios va siendo cada vez menos necesario y la religión pierde la conexión con la vida real del hombre.

Hacia 1900, cuando esta desconexión llega al máximo, la evangelización se convierte en un proceso intelectualizante, que mostraba la Revelación como un sistema de verdades comprobables por la razón; un proceso moralista que llegaba a los más mínimos detalles en cuestión de mandatos y prohibiciones; un proceso devocional que promovía una minuciosa vida de oración e innumerables ejercicios piadosos, pero no era completa: la religión seguía excluida de la vida “mundana” del hombre. El cristiano vivía en dos mundos solamente unidos entre sí por las reglas morales.


Tomado de : http://www.es.catholic.net/op/articulos/18511/cat/750/la-evangelizacion-en-la-historia.html 

THE LONG, DARK NIGHT

The change from truth to error in the Church did not take place in a day. The Apostasy, hastened by the death of the Apostles in the latter half of the first century, gradually deepened during the years that followed. By the fourth century there was hardly a trace of the Church of Jesus Christ that was recognizable, and the “long, dark night” was well underway. With the Apostles gone, local church officers gradually assumed more authority. Bishops determined policy and doctrine for their local areas, claiming to be the proper successors to the Apostles. Gradually, a few bishops in key cities, such as Rome, Alexandria, Jerusalem, and Antioch gained supreme authority in their entire regions. A great diversity of practices and dogma came as church leaders relied upon logic and rhetoric rather than upon revelation. “The compromising of truth and error, the assimilation of the gospel of Christ with the philosophies of men produced a new religion. This new religion was an appealing composite of New Testament Christianity, Jewish traditions, Greek philosophy, Graeco-Roman paganism, and the mystery religions.”

 As the Christian church developed and spread, the Roman government changed its policy from mostly toleration to persecution. This was in part due to Christianity emerging as a group separate and distinct from Judaism, which had been allowed special privileges under Roman law. The Christians were considered antisocial in that they refused to hold political office, serve in the military, use the civil courts, or participate in public festivals. They were called atheists because there was no room in Christian monotheism for the Roman gods or for a deified emperor. For these reasons, and perhaps for others, the Romans sporadically launched attacks upon the church until the reign of Diocletian (A.D. 284–305). Diocletian determined to destroy everything that was not pagan as un-Roman. Churches were destroyed, scriptures burned, and Christians made to sacrifice or face torture. In an edict of 306 the persecution was ordered empire-wide.

It was perhaps inevitable that the empire would be forced to rescind its anti-Christian legislation. The church continued to grow, and the weakening condition of the empire called for unity, not disharmony. Constantine, at the Milvian Bridge in A.D. 312, utilized the cross as his symbol as he crushed his opponent Maxentius. The next year at Milan, Constantine issued his famous Edict of Toleration which granted to all people the right to worship as they pleased, revoking the measures which had meant to suppress Christianity.

Constantine himself did not become a Christian until he lay dying, but his acceptance and endorsement of Christianity placed the church in partnership with the aims of the empire. The desperate need to strengthen Roman unity is credited for Constantine’s interest in the theological dispute within the church. To resolve a dispute over the nature of the Godhead, Constantine was instrumental in calling the Council of Nicaea, the first of the great ecumenical councils, in a city just south of his capital in A.D. 325. The creed that emerged from the council’s deliberation, and was approved by the emperor, is a classic example of the way apostasy results when revelation is supplanted by argumentation and decree. As similar conflicts were resolved during the following centuries, a strong alliance developed between the state and the church, ensuring a growing secular influence upon the doctrines and practices of the church.

By the time of the barbarian invasion of Western Europe in the fifth century, many of the Germanic tribes already had been reached by various types of Christian missionaries. Therefore they took quickly to Roman culture and Catholicism. The sack of Rome in A.D. 410, however, was a clear signal that the empire was not invulnerable. The masses of Goths, Vandals, and Huns who crossed the imperial boundaries turned the unity of the West into a shambles, leaving behind the beginning of several nationalist states. Local political leaders exerted increased influence over the church in their areas at the expense of Rome. For the next several centuries, the churches in the various developing European countries became in effect the fiefs or feudal estates of the lords of the manors. Culture, education, and general morals retrogressed. It was a beginning of the time often referred to in history as the Dark Ages.

Los viajes de San Pablo

Descripción corta de los viajes de San Pablo por las costas mediterranéas.

Los Santos del Día

Aquí encontraremos una pequeña reseña de los Santos que estudiamos en la clase de Historia de la Evangelización.

Vida de Constantino

Este video nos ilustra la vida de Constantino y su influencia en la Iglesia Cristiana.

Historia de La Iglesia en siete periodos


Este video nos puede ilustrar sobre la Historia de la Iglesia en sus diferentes etapas. Historia de la Iglesia de Cristo. "Quien olvida la historia está condenado a repetirla". La Iglesia Primitiva, el origen de las doctrinas, dogmas y tradiciones, de los héroes de la fe y quienes desviaron la fe. Las persecuciones del Imperio Romano y la Santa Inquisición. La Edad Media y las cruzadas. La pre reforma con Juan Hus, John Wyclief, hasta Lutero; la Reforma y los reformadores, los papas, los obispos y los padres de la Iglesia. Los reyes católicos y los mártires de todos los tiempos. La llegada del Evangelio a América, Estados Unidos, México, y Colombia, etc.Todo ello en analogía con las 7 Iglesias de Apocalipsis